06 agosto 2006

Monólogo de vieja agenda

- ¡Eh, amigo!, te has olvidado de la cuestión, el problema - digo - No te oigo del todo bien - Supongo que decías patria. ¡Menuda pregunta! Haga el favor de ajustar adecuadamente la pregunta. Absurda redundancia, es para evitar el desliz de la desgracia, el verbo y la patria; juntamente, a lo inverso y a lo reverso - ¿Es cambio y mutación? -. Es el estigma y el rechazo.

-Estás delirando,- calló, después de un rato de silencio dijo: “No lamas el triunfo sin haber logrado la victoria final” - ¿Ha sucedido algo? - Nada…, nada… repuso el otro. Entonces, puedes continuar.

- ¡Viva la patria! coreaban algunos; estornudaban otros; salud; decíamos nosotros los de entonces, al sur de Gibraltar, cruzando el mar, hacia el sur ¡también existe!; lo decía Serrat, tocando tierra sin parar. ¡Pare!…, pare!. Estás al llegar, sonríe o llora, ya estás en el Sahara Occidental: dunas, siroco, jaimas, camellos, derrás, melhfas, turbantes, muros, alambradas, minas, humaredas, obuses, abusos y frágil paz… y desde el 91 un 91% de aplazamientos. ¡Feliz año nuevo!… ¡¡ ya, ya!… ¡¡ ya, ya !!. ¿Eres tú de nuevo? - la pesadilla de nunca acabar y difícil espantar. No obstante, déjame abrazarte mi viejo amigo.

Cada vez que te recuerdo, calas aún más en mis entrañas y remueves con pesar mis sentimientos. Es una historia muy larga… en breve, muy en breve, para complacerme, y hágalo a los demás…, - Nos dejaron al borde del abismo, sostenidos a suerte de ingravidez, mucha inseguridad: el acoso, las arbitrariedades, y todos los restos a cuestas, incluida la patria, pero déjame terminar, el punto de referencia, la capital, los acuerdos, no, simplemente, la capital.

-No pongas esa cara - ¡Oh sí! Te extrañas, - ¿Por qué? Sí, efectivamente, hasta nuestros días, refugiándonos doblemente en la fe personal e impersonal. ¿Has leído alguna vez a Tolstoi? (…) Ni eso ni lo otro, la hecatombe, desde el primer día - ¿A quién acusar?. - A medio mundo, menos la historia y la difunta fortaleza de Dajla. - Lo de la fortaleza (…) - No seas egoísta, no vuelvas decir eso, es la historia e impronta: Denominador común.

- ¿Lo común es de todos? -, No, era de todos… - Es la ola, lo que llaman “la última “, a veces, resta y en algunas suma. - No importa, olvídalo - Ojalá.

- ¿Sigues en periodo de convalecencia? - Me imagino que sí. Pues, paso a paso, codo a codo, para llegar con seguridad. - Y no olvides las recomendaciones del médico y las del herbolario.

- Son tiempo de olvido. Si es así, pobre de mí, de ti, y del otro. - Seguirás bohemio, vagando mundos, sueños, desesperación; ten cuidado, el último adjetivo es arma y poesía. Todo depende del cristal… - Ya alguien lo decía - “Cuando se reparte se pierda la razón y la ración”. - Eso fue lo que hicieron y en cuanto perdieron, a buscar la fórmula para “legalizar”. Otra vez, la desgracia del verbo, las personas, las capitales, los estados, las mediaciones, los acuerdos, los intereses, los reconocimientos; y las refutaciones.

- Ya te lo dije, no culpes a la historia, ni las coyunturas. Ten valor de acusarte a ti mismo, ya que tú eres el resultado de ti mismo, allí los tienes enfrente… Pero ellos la esgrimen a su favor, problema de ellos. - Es verdad, que a veces, pierdo la razón sin olvidarme de la ración… - Te refieres a la “cresta “, a la masa gris bañada en blanca; a la cabeza o a la calabaza. - A todo, ¡Carajo!, menos la causa.

- Es demasiado aburrido - Demasiado en la cabeza, pero los pies tendrán que aguantar… - ¡Resiste!… ¡resiste!, iba uno diciendo por allí, y el resto a la expectativa.

- No tengas miedo. - ¡Miedo!… ¿a qué?, ¿y a quién?

- Pues, - Dilo -, Déjalo, me da pena. - La pena no es tuya, es propiedad privada de ellos, pero la exportan de mala manera. - Pena, penita, - Me haces recordar vieja canción de finales de los setenta. - Una vez más, la desgracia.
- Es esa también no es tuya, ni de ellos, es de todos, como lo de común cuando era (…) - ¡Es verdad, señores, no hay justicia!, no es estribillo de Mariam Hassan… - Entonces, es pura realidad y pura cepa.

- ¿Os arrojaron al mar? - Déjame explicar, el miedo al verbo y al lugar (…) - No al mar, a las fauces del diablo para saciar. Maniatados, para no escapar ni tampoco gritar… - Se hace camino. - No, desandar, volver a los viejos tiempos, a la jungla; a sus leyes y a sus “héroes”… - … ¿Y después de ustedes qué harán? - Harán lo que harán, sacrificarán, me imagino, las rocas, los enclaves; la anciana de las ovejitas; que nos une con ellos el mar, la lengua, la cultura, la historia, y el destino final… - Es la leyenda con un toquecito real. - En efecto, los griegos ofrendaban las doncellas a los dioses en tiempo de crisis. - ¿Lo vuestro es una crisis? - Lo nuestro es un abuso, arrojados al diablo, y no a los dioses.

Sigues confundiendo pena con promesas; la pena la recogida en instantáneas recorriendo mundos y las promesas archivadas a lo pergamino (…) - Brinda conmigo, y saborea el cáliz del refugio, siempre conmigo, y ten derecho de abrazar a los demás, sin darles siquiera las gracias. Muchas gracias, sin interjección. - Despiértate, amigo, se apoderó de ti, otra vez, la leyenda. - Ya lo sé (…) pero lo tengo bien claro, consiento los reveses para dar continuidad a las proezas.

- Mechrag. No, yo, soy del Maghreb. Digo, de El Aaiún. - Si, Al Hamra Saguia. - No, la Alhambra; tú, te refieres, a Abu-Abdil, Al Andalusi, el de Granada. -Te equivocas, otra vez, tus desaciertos, tan necios como los imperios.

- Eso ya lo sabe medio mundo, que se reunieron tres un día, sin ninguna intención buena: Agravios, muchísimos agravios, sin desagravios. Pero, volví espina, en las fauces, en la garganta. - O tragas o mano al purgante.

Octubre, noviembre. - Otra vez, - A la memoria: La capital, los acuerdos, mucha gente descalza andar con afán de conquistar, discursos, promesas y traiciones (…) - ¿Te acuerdas ?… Ya sé, que no te… Es la auto amnesia hermana congénita de la resignación, el recuerdo solo no basta y olvida para siempre la aventura y la fantasía. - ¿Es posible?. - No sé. - Al menos inténtalo, y si no puedes simula tu vejez de callada manera.- Lo haré – dijo, dándonos la espalda, aún en el paladar el amargo sorbo de té de la mañana, que ha de andar, los bártulos en la diestra; atento a los bramidos de tren, que lo transportará… “Lagrimas de hombre son más amargas por estar condenas a nunca brotar…” - No lo olvides y acuérdate siempre de nosotros. Amigo, hasta más ver. - ¿Abajo el telón?. - ¡No!

Febrero 2005

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