16 agosto 2006

La lluvia y Aichata



Me quedé aturdido al cesar la intensa lluvia de las pasadas noches de un efímero febrero que vuelve de vez en vez con sus razones, recuerdos, efemérides, discursos y proyecciones de futuro.
Impulsado, quizá, por las mismas razones me topé por casualidad con los pollitos de gallina de Aichata, mi vecina, flotando despavoridos e indefensos. Lamentablemente más tarde yacían inertes sobre los escombros de lo que era la humilde casita de adobe de mi vecina.

La borrasca y el incesante goteo a lo largo de esas noches sin luna ni estrellas evidenciaron nuestra fragilidad e indefensión ante la catástrofe.

A Aichata y otros muchos los llevo muy adentro, con simpleza que solo es comparable a los bajitos chamizos con tejado de zinc importado de la cercana Tinduf. Hubiera deseado, con toda mi alma, que las torrenciales lluvias no hubieran diluido a la nada las cuatro paredes de Aichata.

Es la anciana más pobre de todo el barrio donde habito, desde hace tantos años. Es una vieja que vive sola, de color azabache, de sienes plateadas, tímidamente alegre y de dentadura ausente; robada más por las penurias que por el implacable paso del tiempo. Ese tiempo y sus avatares se llevaron consigo igualmente sus únicos tres hijos de diferentes apellidos, muertos en confrontación bélica en batallas diferentes en esta lucha desigual.

La encontré el segundo día de lluvia profundamente triste recogiendo algunos bártulos mojados, impregnados de lodo y destrozados, pero llenos de sentimientos y recuerdos indelebles. Intentó ocultar el desorden y la tristeza que reflejaba su noble semblante con su ritual saludo cordial. Pese a todas las adversidades Aichata sigue de pie encorvada sobre las ruinas de su antiguo hogar. Rememorando a causa de las invectivas del dolor, el dolor motivado por los efectos de la naturaleza, la patria, el olvido, la infamia, la hipocresía de unos y de otros que en aquella oscura noche de lluvia ni se acordaron de mi vecina ni de sus pollitos llevados por el agua, y no por la temible gripe aviar.


Marzo 2006

06 agosto 2006

Libertad para Aminetu


La conocí en el limbo del silencio de una muralla desvertebrante de pasiones y de fronteras casi olvidadas.

La conocí de lejos. Sí, a través de la negra ventana de estrechas rejas, solitaria, lúgubre y helada.

La conocí en el misterioso silencio, pero siempre con una expresión de libertad difícil de ser acallada.

La conocí en el horizonte atintado, amargo como los sorbos de aquella mañana que conmovieron los vientos de la patria usurpada.

La conocí después de esgrimir en nuestra ausencia las razones secuestradas desde entonces en las calles, en las playas, en los páramos y en el sentir de la gente humillada.

Más supe de ella cuando anunció aquella misma mañana el advenimiento de la vida para matar la muerte.

La conocí en mi vieja ciudad que se gravitó en torno a la llamada que rompió los silencios en instantes de una efímera mañana.

La vi con un ademán de victoria, pálida, ensangrentada, y en su mirada una reflexión más que una llamada.

Y a la hora de los retos, vamos calcando tus huellas que allanan los sentimientos en otro grito no tímido en la garganta, libertad, para Aminetu Haidar.


Agosto 2005

La poesía, mejor manera de entendimiento


Lo poco que entiendo de poesía, que es un género literario, pero igualmente un modo de búsqueda histórica narrado con un ritmo de cualidades y circunstancias diferentes, donde el aspecto del entorno, el tiempo, los sentimientos y las disciplinas de expresión se ven bien exaltados en forma poética.

Esa forma poética no tiene que ser por obligación una operación coherente o simétrica, para no caer en la decepción, la falta de libertad o en restringir el verso. Por contra, hay que darle más razón, para que desempeñe la función como tal, lejos de los tópicos de la censura y la mala acción de los poetastros. Pero, sería bueno recordar, que dentro de esa libertad infinita, el poeta o la poetisa sean ante todo un ser social comprometido, primero consigo mismo, y después con la sociedad, teniendo en cuenta que la poesía se aprende entre los seres y las cosa en un mundo real y racional, como decía Neruda.
La poesía es materia o más bien un cuadro amplísimo, ilimitado, genuino y sin fronteras, donde no hay cabida al desajuste del mensaje y el empeño de la palabra, es decir, el verso.

El verso tiene que tener como mejor referente un retoque particular, pero esa particularidad debe desembocar en lo general para hacerlo llegar a todos los confines y de esa manera lo convierte en un mosaico, en un todo multicolor que a través del cual se refleja situaciones personales, geográficas, éticas, morales en un contexto de realidad racional, pero desde un punto de vista lleno de vehemencia, regocijo y optimismo. Cabe añadir, que esa particularidad intrínseca compone obligatoriamente la universalidad reivindicativa de una cultura o poesía, como la queréis llamar, arraigada y aceptada como idóneo interlocutor con los demás, pero en todo caso no deje de ser siempre como cultura reivindicativa para unos y para otros.

Esta visión muy particular no es más que una máxima y una llamada a fin de recoger y reunir la labor de una nueva generación que ha hecho del reto el mejor verso para conquistar el prójimo.

En efecto, el hombre es hijo de su entorno, pasivamente o activamente, según las condiciones en que se desenvuelve.

En todo este contexto, el poeta es un historiador de pasado, presente y un visualizador de futuro, siempre a través de la acción y el verso.

Juan Ramón Jiménez solía decir que " los aficionados a este género son pocos pero muy grandes". Por tanto, no cabe duda de que la grandeza reside entre otras cosa en ir cazando con bellas palabras el acervo cultural, histórico y amoroso, bajo la incidencia de la objetividad, imparcialidad que marca el perfil de representabilidad de cualquiera de las situaciones anteriormente mencionadas.

Por tanto, el aperturismo en toda esta situación se impone como lo ha sido a través de los siglos como una necesidad y un orden internacional de aceptación de los demás, sin olvidarnos de nosotros mismos.





UN GRANITO DE ARENA.

Habito entre granitos de arena,
pero de brillo no como cualquiera;
de oro y cielo de plata fina.
En una JAIMA humilde de arena,
sin conchas ni espuma.

A menudo salgo, y más en primavera
a saludar la avalancha de blancas plumas,
que suele atravesar la frontera, sin visa,
amén de un anillo de compromiso
encima de los espolones de las patitas.

Venían batiendo alas en busca de tibia ternura,
hacia el sur,
de donde yo soy;
de la tierra del arenal de las rositas.

Cada vez que me necesita,
urge el encuentro como vuelo de aves
de las que se resucitan.

A mi manera,
la llevo conmigo,
y en su pupila un granito de arena (...)
y una lágrima púrpura de muy adentro,
sin espinas.
Sahara,
donde yo habito,
hay mucho más que un granito alado,
y un verso puro, sin blasfemia,
siempre a tu lado.




QUERIDA

Aquí me tienes acongojado,
por temor a perderte bajo la púrpura herida.
Sinceramente, me rindo en el eco del sollozo de quienes vulneran tu cuerpo.
No te reniego, amante,
sufro en el tortuoso paisaje y de repente sé que el pudor, y la rendición no te volverán cenicienta.
A pesar de la bruma, apareces de súbito y te pierdes como nube de espuma.
Busco entre éxodo y diáspora y el reencuentro se torna más áspero.
Querida amante,
a veces quiero borrarte de la mente con la fuerza de soplo de los vientos,
y resurges indómita, y cae toda intención dentro del alma.
El espíritu se hace sol naciente en las noches calladas, y te intercalas en
mis sueños con alas torcidas,
intento el pacto, pero no te encuentro.
Debatiéndote huyes en la memoria,
la plenitud de aquel primer encuentro.
Lejos ya, te dibujas tan mordiente que las fronteras se hacen de piedra.
Aún sigo bohemio, lo confieso, lágrimas de ansiedad sigo llorando,
atragantadas al doblar las campanas de despedida,
porque te llevo conmigo.



LA PASCUA

Dicen que llegó la Pascua,
pero para qué vale, sin los amigos, la Pascua...
Yo paso.
Que ellos la festejen, mientras los míos lloran al nacer,
sin haber recorrido aún el primer paso.
¡Te conformas!
Que la celebran,
entre la herida y la vanidad de mi gente,
pregúntaselos si siguen de paso,
carajo.




LA AUSENCIA

En tu ausencia me conformo a escuchar el silencio que fragua los colores del viento, y que remueve con paciencia oscuros sentimientos,
que ocultes, en ocasiones, cuando se apodera de nosotros la nostalgia.
Yo no canto a las estrellas ni a los brazos bonitos,
y aún menos al aureado firmamento.
Sólo me apetece el silencio, si es posible, sin tu ausencia.




Julio 2005

Camino de El Aaiun


Los buenos caminos traen suerte y por lo visto llevan a las grandes ciudades, la historia lo evidencia de manera sobrenatural. Sin duda, en la delineación y el rumbo que toma cualquier acontecimiento de importancia hay que buscar sus metas correctas en una palabra: el empeño que nos hace llegar a lo que parece inalcanzable, al punto fijado, al referente, tanto histórico, cultural o político.

En efecto, como es sabido, las célebres ciudades como Santiago de Compostela, Roma, Estambul o la Meca, por citar algún ejemplo, han definido sus caminos o más bien las sendas que hacen de ellas lugares de suma relevancia, a donde medio mundo se dirije en busca de una libertad perdida o una satisfacción moral o espiritual. Gracias al esfuerzo, al tesón y la tolerancia, el respeto y la abnegación, estas urbes se convirtieron en un horizonte de libertad, de historia, de peregrinación y luz de la razón para toda la humanidad en su lucha contra la barbarie, la injusticia, la intolerancia, el deseo intrincado e inoportuno de quien intenta dar el giro de marcha atrás de toda la humanidad en su conjunto.

Entiendo que las buenas intenciones, no importa de quien, ni en que tiempo, ni circunstancias o lugar no podrán salir de ninguna manera de ese marco de fiabilidad y de entereza de los grandes que han hecho del empeño una bandera que va viajando por los territorios saharauis en busca de esa libertad perdida y secuestrada por las barreras de la anexión y la desinformación. Desinformación que el reino de Marruecos utiliza como pautas y razón del Estado del Majzen, por una parte, y por otra, como manto para que los esbirros cometan todo tipo de atrocidades y vejaciones contra la población civil saharaui indefensa.

Sin embargo, de ese empeño y buena fe nació el camino de El Aaiun, que para ser como las grandes ciudades del mundo, sólo le hace falta superar el ultraje y la humillación que aún padece. No obstante, gracias al esfuerzo de todos, y en particular de madrileños, asturianos, catalanes, aragonenes, vascos, andaluces... con la vista siempre puesta en la Intifada, en la primavera, en la Independencia, en la segunda generación de Zeml-la y de Basiri, en el 21 de mayo, en la ciudad de los manantiales que gota a gota va alimentando las raíces de la vida y se yergue como minarete del itinerario de la solidaridad y de la Intifada.

Ante la marcha irreversible de la Intifada, Marruecos, pretende hacer del El Aaiun un pequeño pozo perdido y cegado en el desierto. Es bueno recordar, que los amigos de los saharauis trazaron el camino y llegaron, vieron el miedo de cerca, pero solamente, desde la ventanilla del avión que los trajo a la ciudad, por desgracia no pudieron apearse en el viejo aeródromo español; fueron humillados, ofendidos, y golpeados y maltratados como en el caso de la comitiva noruega. Es verdad que a los amigos de los saharauis no les dejaron encontrar a Aminetu ni a Hamad, en cambio, constataron y encontraron las atrocidades, la barbarie, la prepotencia de Marruecos en las zonas ocupadas del Sahara Occidental. Es hora, entonces, de que se abra el territorio ante los observadores independientes y continuar la batalla desde dentro, desde las calles de El Aaiun heridas y ensangrentadas. Es por ello, que Ali Salem Tamek, no eligió para su regreso a la patria ni Algeciras ni Rabat. Optó, como los grandes, por el camino de El Aaiun.


Julio 2005
*Foto: El Aaiun en 1971 (Luis Ángel)

Palabras sueltas de una Intifada


*Foto: Jesús Antoñanzas.
Después del letargo, recuperas, ahora más que nunca, la ternura perdida, que hace estallar el silencio con que te miran.

Por más que digan, la mirada sigue puesta en tus ojos, que no tienen que ser de olvido, ni mucho menos de desmesura.

Ahora, menos perdida en la desmesura de quien despoja la euforia en silencio y en olvido, como ves, ya las arterias se rinden, bajo la fuerza que resurge de la palabra que niega el olvido, y abre aún más las grietas de los muros, los barrotes, por no decir el silencio con que te miren.

Para no decir, a fuerza de volcán, cuando el alma se apacigua de ira.

Es la hora de El Aaiun, donde el calendario, ya no es como era, en tus calles, las de El Aaiun.

Y la confrontación asciende el barómetro entre la razón y la sinrazón de una desmesura.

El Aaiun, la Intifada, la leyenda de David y Goliat, exaltados, simplemente, por la intrepidez de tus calles que rehúsan el cinismo de una locura: gases lacrimógenos, heridos y aullidos a socorrer.

Grandes titulares, exclusivamente, para quienes acallan la razón de hablar.

Finalmente, recuperas con sigilo la plena lealtad de la humilde semblanza de la gente aquí y allá, que hoy se defiende como tú, a fin de que no haya cabida ni simetría alguna de un desafortunado letargo que haga desaparecer las barricadas de las barriadas de Matal-la y de mi vieja Colomina.


Julio 2005

El Aaiun, crimen sin castigo

El matiz de la osadía de los recién acaecidos acontecimientos de la ciudad ocupada de El Aaiún han disipado desde el primer momento cualquier interpretación ambigua de los hechos. A medida que se acentúa el dolor y la injusticia, se esgrimen por la masa de manifestantes toda una batería de reivindicaciones, cuyo denominador común, no era otra cosa, que el principio de autodeterminación del pueblo Saharaui.

El duro trance que están viviendo actualmente las zonas ocupadas entra en confrontación directa con la política de amalgama y chovinismo inoportuno que se oye continuamente de boca de los portavoces del palacio, cuando se refieren "a las provincias de sur", y aún así a lo referente a la farsa que se venía tramando, bajo diferentes denominaciones; desde proceso democrático hasta la acarreada Instancia de Equidad y Reconciliación, que, sin duda, al menos en los territorio saharauis, se firmó ya su acta de muerte definitiva en el mismo momento en que se levantaron los garrotes contra hombres y mujeres en las barriadas de Colominas, Matal-la, Zemla, Polco, entre otros, de la capital del Sahara Occidental.

La represión desatada contra los Saharauis en diferentes puntos de la geografía de la ocupación, fue interpretada, desgraciadamente, por los altos responsables del reino como un hecho aislado y de poca monta. Señores, es la xenofobia de un estado impenitente que aparenta o al menos aspira superar las grietas del pasado. Efectivamente, lejos se ha quedado "la reconciliación e igualdad" a la manera del holocausto en Alemania o los tribunales de la verdad en Sudáfrica y aún menos comparable con la política de fraternidad llevada acabo en Argelia.

Se deben asumir responsabilidades, por parte del Gobierno marroquí, cara a los torturados, vejados, encarcelados y deportados de El Aaiún, donde la mayoría de ellos son jóvenes, que han quedado damnificados, de una forma u otra, así como los bienes económicos y materiales de sus familiares y parientes.

A pesar de todo, ya nadie podrá decir que en el Sahara no pasa nada, pero se ha visto que sí pasa, y de mala manera.

Los hechos de El Aaiún, han revelado igualmente otra verdad, tan fehaciente y comparativa que deja a los nuevos "talantes" del reino a tragar lo que tienen que tragar, duro e intragable, donde ya no podrán remeter los trapos sucios en las prendas del difunto rey o en los bolsillos de Idris Basri, ya que cada uno de ellos, tomó un derrotero diferente que el destino le deparó. Pero la moraleja reside en que la filosofía del pasado aún se olfatea con intensidad en la monarquía medieval, donde los tentáculos del odio y la represión son cada vez más exaltados por las instituciones oficiales del Majzen, que mueve a diestra y siniestra las fichas del estado.

Sin ser sorprendente, la denominada política de reconciliación e igualdad, quedo desvelada y bien representada a través de personajes de la altura de: Lenegri, Hamid, Maza, Hassan, entre otros esbirros, que aparecieron parapetados en el séquito del Ministro del Interior, que llegó agitado y atrasado a la ciudad de El Aaiún, acompañado de una comparsa de medios de comunicación, después de la relativa calma que conoció la urbe. Cuando, efectivamente, las calles ya estaban vacías, las cárceles abarrotadas de jóvenes Saharaui y el estado de sitio anunciaba las calamidades de una población que contempla con nostalgia las profundas máculas de terror en una ciudad que sólo nos recuerda a Santiago de Chile en los momentos del golpe fascista de Pinochet en 1973.

Es verdad, que los hechos fueron minimizados, pero ni el ministro del Interior ni el jefe de la seguridad pudieron frenar la eclosión y su onda de agitación. A la Intifada se sumaron seguidamente las poblaciones de Dajla, Assa, Bojador, y los estudiantes saharauis en el interior de Marruecos.

Es evidente, entonces, que el aire de la Intifada no anuncia buen augurio a una empresa colonial que cimentan sus valores sobre el crimen y el castigo. Mientras, que para los saharauis, a ambos lados del muro de la segregación, la paciencia esta rozando su punto álgido, lo que deduce que el gran error imperdonable, quiza, es haber intentado obtener del otro las virtudes que uno no tiene.


Mayo 2005

Los "muros" de la afrenta


Si Marruecos continua empedernido a la filosofía de la ocupación, esgrimiendo el viejo dilema de la adhesión "voluntaria" de los saharauis en su reino, seria entonces contradictorio mantener en pie los implementos de la anexión tales como represión, el terrible sistema de seguridad, el ejército y sobre todo los muros de la muerta que acorralan el territorio, bajo la conjetura de borrar la huella y hacer callar la voz para impedir que se hiciera memoria, y a fin de que todo se cementa de acuerdo con el anacronismo de la ocupación, que ha sido uno de los móviles de su irrupción apresurada a los territorios sahararuis.

Con el discurrir de los años, la cautela se esfumó en el padecimiento del dolor, y el horrendo hecho de la invasión se dejo más que palpar en máculas que el cuerpo, el alma y el entorno expongan en homenaje al rechazo del totalitarismo marroquí. Este hecho no fomenta más que el pésimo ejemplo de democracia y humanismo. Es necesario, pues, que Marruecos se asomase con objetividad antes que los infinitos problemas pendientes sean la espada de Damocles. Entonces, sería tarde para el reino, y las consecuencias nadie las podrá predecir. Ojalá que la sensatez sea el mejor barómetro ante el remolino y el cambio indeseado, ya que la amalgama del derecho propio y ajeno es un arma en desuso, y como reza el proverbio: "entre la verdad y la mentira hay cuatro dedo de distancia". Por ello, la adhesión "voluntaria" la desmiente el sistema defensivos de los "muros", estrategia atenuante y divisora de parte del territorio en litigio pero, a la vez, constituye una ofensa frontal a los derechos civicos, más un detonador de la tranquilidad, paz moral y espiritual. Por una parte, por otra, vulnera los derechos, la coherencia social y genera considerables problemas ecológicos.

Sin embargo, la población saharaui de savia beduina supo a primera del peligro que acecha la identidad, valores históricos y acervo cultural a causa de la filosofía de la ocupación. Es cierto, que la conjugación de elementos potencializadores de la sociedad en ética y moral se ven hoy acorralados por un sinfín de medidas ajenas y arbitrarias. Para los sahrauís, el cielo límpido, las noche sosegadas del desierto y el infinito espacio que abraza la mar y las dunas movedizas, despierta con aire y desaire una paradoja de culto al presente y de desarraigo a todo aquello que no aviva lo antaño que teje la conciencia colectiva dentro del medio geográfico conocido y bien delimitado.

En efecto, el humilde entorno ha creado al filo del tiempo cierto embrujo que calo considerablemente en hombres y mujeres de las áridas tierras del desierto, donde la exaltación veraz genero igualmente una autonomía en el comportamiento y en comunicación continua en busca de los idílicos parajes de Tiris y los de Zemmur.

Pero lo más doloroso, y agobiante de que esa libertad infinita y avezado panorama se ven hoy distorsionados por el impulso de acción castrense.

Hoy en día, la nostalgia del cambio operado sitúa la travesía del Sahara en misión imposible, debido al sistema defensivo que se yerga y que acentúa las calamidades del sufrido pueblo Saharaui. El pillaje de las riquezas naturales, las alambradas de púa y las minas enquistadas en la construcción han dejado un horrendo saldo en atajo y en vidas humanas. Por tanto, es necesario que se levante la batuta de lo impune y hacer un requerimiento S.O.S a la conciencia universal para sumarse a campaña noble y desinteresada a fin de que no se sieguen más vidas inútilmente. Es la baza, que el consenso nacional, regional e internacional tendrá que ganar o tirar para siempre la toalla ante el descaro indiferente de la anexión marroquí al territorio sahraui.

El principal "muro" extiende su perímetro a más 2000 kilómetros lineales a la largo del mismo se despega hasta 100000 hombres en pequeñas unidades con artería, carros combates y sistema de detección electrónica. A su paso por el territorio desde el Norte en dirección Sur, la obra militar, transformó la faceta geográfica del territorio con excavación de barrancos, el desvío de los cauces de los ríos, creación de los parapetos, demolición con explosivos y buldoceres de páramos y llanuras, así como el talado desenfrenado de acacias, proveedoras de sombra y equilibrio natural en tierras inhóspitas como las del Sahara.

El escrúpulo de espiral ha repercutido negativamente en la flora, mientras llovió sobre mojado al referirse a la extinción y ahuyentó de la fauna autóctona.

Paralelamente, detrás de estos "muros" centenares de civiles sahrauis fueron arrojados a lo largo de los últimos años a las mazmorras donde se les aplicó todo tipo de torturas y humillantes vejaciones. Pero ya era tarde, cuando el veneno salió a flote, centenares de ellos quedaron atrapados para siempre entre la mala hierba y las espinas de los jardines secretos, y no hubo flores que tirar a la hora de enterrar sus raquíticos huesecillo al pie del paredón, sin la presencia de amigos ni testigos.

Como sabido, en los mecanismos de la ocupación no cabe dualidad alguna, por tanto, todo esta sometido a filtreo del tinglado de la anexión desde lo político pasando por lo económico, arquitectónico, social hasta lo culinario. De ahí surge en las zonas ocupadas del Sahara Occidental una xenofobia a lo "marroquí" que relega a los sahrauís a segundo plano, calificándolos de morralla y renegados ciudadanos. Es triste que la redención por la que apuesta el pacífico pueblo saharaui se le estigma de esta manera. Sin embargo, por más que escapa a la objetividad y el levantamiento de cortinas de humo, llegará un día sin perdón para todos aquellos que distorsionan intencionalmente la historia en estrecho margen para ocultar el egocentrismo que mata a todo un pueblo, su fauna, flora y entorno.

A fin de cuentas, si los "muros" han deformado la geografía del territorio, la alevosía de la ocupación. Por contra, le será difícil apaciguar el sol con el tamiz, dejando riendas sueltas al acoso, a lo hostil y al desprecio como mejor curriculum de una anexión.


Abril 2005

Monólogo de vieja agenda

- ¡Eh, amigo!, te has olvidado de la cuestión, el problema - digo - No te oigo del todo bien - Supongo que decías patria. ¡Menuda pregunta! Haga el favor de ajustar adecuadamente la pregunta. Absurda redundancia, es para evitar el desliz de la desgracia, el verbo y la patria; juntamente, a lo inverso y a lo reverso - ¿Es cambio y mutación? -. Es el estigma y el rechazo.

-Estás delirando,- calló, después de un rato de silencio dijo: “No lamas el triunfo sin haber logrado la victoria final” - ¿Ha sucedido algo? - Nada…, nada… repuso el otro. Entonces, puedes continuar.

- ¡Viva la patria! coreaban algunos; estornudaban otros; salud; decíamos nosotros los de entonces, al sur de Gibraltar, cruzando el mar, hacia el sur ¡también existe!; lo decía Serrat, tocando tierra sin parar. ¡Pare!…, pare!. Estás al llegar, sonríe o llora, ya estás en el Sahara Occidental: dunas, siroco, jaimas, camellos, derrás, melhfas, turbantes, muros, alambradas, minas, humaredas, obuses, abusos y frágil paz… y desde el 91 un 91% de aplazamientos. ¡Feliz año nuevo!… ¡¡ ya, ya!… ¡¡ ya, ya !!. ¿Eres tú de nuevo? - la pesadilla de nunca acabar y difícil espantar. No obstante, déjame abrazarte mi viejo amigo.

Cada vez que te recuerdo, calas aún más en mis entrañas y remueves con pesar mis sentimientos. Es una historia muy larga… en breve, muy en breve, para complacerme, y hágalo a los demás…, - Nos dejaron al borde del abismo, sostenidos a suerte de ingravidez, mucha inseguridad: el acoso, las arbitrariedades, y todos los restos a cuestas, incluida la patria, pero déjame terminar, el punto de referencia, la capital, los acuerdos, no, simplemente, la capital.

-No pongas esa cara - ¡Oh sí! Te extrañas, - ¿Por qué? Sí, efectivamente, hasta nuestros días, refugiándonos doblemente en la fe personal e impersonal. ¿Has leído alguna vez a Tolstoi? (…) Ni eso ni lo otro, la hecatombe, desde el primer día - ¿A quién acusar?. - A medio mundo, menos la historia y la difunta fortaleza de Dajla. - Lo de la fortaleza (…) - No seas egoísta, no vuelvas decir eso, es la historia e impronta: Denominador común.

- ¿Lo común es de todos? -, No, era de todos… - Es la ola, lo que llaman “la última “, a veces, resta y en algunas suma. - No importa, olvídalo - Ojalá.

- ¿Sigues en periodo de convalecencia? - Me imagino que sí. Pues, paso a paso, codo a codo, para llegar con seguridad. - Y no olvides las recomendaciones del médico y las del herbolario.

- Son tiempo de olvido. Si es así, pobre de mí, de ti, y del otro. - Seguirás bohemio, vagando mundos, sueños, desesperación; ten cuidado, el último adjetivo es arma y poesía. Todo depende del cristal… - Ya alguien lo decía - “Cuando se reparte se pierda la razón y la ración”. - Eso fue lo que hicieron y en cuanto perdieron, a buscar la fórmula para “legalizar”. Otra vez, la desgracia del verbo, las personas, las capitales, los estados, las mediaciones, los acuerdos, los intereses, los reconocimientos; y las refutaciones.

- Ya te lo dije, no culpes a la historia, ni las coyunturas. Ten valor de acusarte a ti mismo, ya que tú eres el resultado de ti mismo, allí los tienes enfrente… Pero ellos la esgrimen a su favor, problema de ellos. - Es verdad, que a veces, pierdo la razón sin olvidarme de la ración… - Te refieres a la “cresta “, a la masa gris bañada en blanca; a la cabeza o a la calabaza. - A todo, ¡Carajo!, menos la causa.

- Es demasiado aburrido - Demasiado en la cabeza, pero los pies tendrán que aguantar… - ¡Resiste!… ¡resiste!, iba uno diciendo por allí, y el resto a la expectativa.

- No tengas miedo. - ¡Miedo!… ¿a qué?, ¿y a quién?

- Pues, - Dilo -, Déjalo, me da pena. - La pena no es tuya, es propiedad privada de ellos, pero la exportan de mala manera. - Pena, penita, - Me haces recordar vieja canción de finales de los setenta. - Una vez más, la desgracia.
- Es esa también no es tuya, ni de ellos, es de todos, como lo de común cuando era (…) - ¡Es verdad, señores, no hay justicia!, no es estribillo de Mariam Hassan… - Entonces, es pura realidad y pura cepa.

- ¿Os arrojaron al mar? - Déjame explicar, el miedo al verbo y al lugar (…) - No al mar, a las fauces del diablo para saciar. Maniatados, para no escapar ni tampoco gritar… - Se hace camino. - No, desandar, volver a los viejos tiempos, a la jungla; a sus leyes y a sus “héroes”… - … ¿Y después de ustedes qué harán? - Harán lo que harán, sacrificarán, me imagino, las rocas, los enclaves; la anciana de las ovejitas; que nos une con ellos el mar, la lengua, la cultura, la historia, y el destino final… - Es la leyenda con un toquecito real. - En efecto, los griegos ofrendaban las doncellas a los dioses en tiempo de crisis. - ¿Lo vuestro es una crisis? - Lo nuestro es un abuso, arrojados al diablo, y no a los dioses.

Sigues confundiendo pena con promesas; la pena la recogida en instantáneas recorriendo mundos y las promesas archivadas a lo pergamino (…) - Brinda conmigo, y saborea el cáliz del refugio, siempre conmigo, y ten derecho de abrazar a los demás, sin darles siquiera las gracias. Muchas gracias, sin interjección. - Despiértate, amigo, se apoderó de ti, otra vez, la leyenda. - Ya lo sé (…) pero lo tengo bien claro, consiento los reveses para dar continuidad a las proezas.

- Mechrag. No, yo, soy del Maghreb. Digo, de El Aaiún. - Si, Al Hamra Saguia. - No, la Alhambra; tú, te refieres, a Abu-Abdil, Al Andalusi, el de Granada. -Te equivocas, otra vez, tus desaciertos, tan necios como los imperios.

- Eso ya lo sabe medio mundo, que se reunieron tres un día, sin ninguna intención buena: Agravios, muchísimos agravios, sin desagravios. Pero, volví espina, en las fauces, en la garganta. - O tragas o mano al purgante.

Octubre, noviembre. - Otra vez, - A la memoria: La capital, los acuerdos, mucha gente descalza andar con afán de conquistar, discursos, promesas y traiciones (…) - ¿Te acuerdas ?… Ya sé, que no te… Es la auto amnesia hermana congénita de la resignación, el recuerdo solo no basta y olvida para siempre la aventura y la fantasía. - ¿Es posible?. - No sé. - Al menos inténtalo, y si no puedes simula tu vejez de callada manera.- Lo haré – dijo, dándonos la espalda, aún en el paladar el amargo sorbo de té de la mañana, que ha de andar, los bártulos en la diestra; atento a los bramidos de tren, que lo transportará… “Lagrimas de hombre son más amargas por estar condenas a nunca brotar…” - No lo olvides y acuérdate siempre de nosotros. Amigo, hasta más ver. - ¿Abajo el telón?. - ¡No!

Febrero 2005

Adios Aguirre para siempre


Como es sabido todo comienzo resulta difícil, pero aún más lo sería cuando se trata de momentos de consternación. Sinceramente, no sé por donde empezar, pero lo único que sé, solamente que el movimiento de solidaridad para con el Sahara Occidental ha perdido relevante figura, que ha hecho de la causa de autodeterminación del pueblo saharaui verdadera aureola por encima de todo titulo, distinción y grados que ostentaba y, a la vez, sinónimos del recientemente fallecido, José Ramón Diego Aguirre; el profesor, el catedrático, el escritor y el historiador, y el militar. Simplemente, en una palabra, el ciudadano saharaui.

El hombre que en todo momento avivó con matiz, a pesar de los pesares, las páginas de la historia con tono objetivo e imparcial para descubrirnos a nosotros mismos, después de largos años de censura y de “secuestro” de la realidad; igualmente hizo de la misma punta de lanza y contención a las pretensiones vacías, vagas e inoportunas de quienes con el pillaje y la sin razón intentaban a moldear el desarrollo irreversible de pueblos y naciones bajo la carcasa de lo histórico.

Quizás cuando Aguirre - como lo apelaban los saharauis - llegó al territorio en 1966 procedentes de los fríos Pirineos y del bullicio de Cataluña, nunca se imaginó que el destino atara para siempre su nombre, vida y obra a los saharauis, hasta finalmente convertirse en uno más de ellos.

Sin duda, que los escritos y publicaciones de José Ramón Aguirre sobre el Sahara desde la Verdad de una Traición hasta el Oscuro Pasado del Desierto, han marcado de manera contundente un ante y un después para corroborar a Marruecos en primer termino, y a las instancias internacionales, en segundo, que se debe respetar el derecho inalienable, lo que Aguirre llamó en su momento: “la verdad cruda y desgarrada que siempre se ocultó”. Es verdad también, que el carácter personal, político y académico del hombre que despedimos con este humilde homenaje, no vaciló en ningún momento en exaltar y evidenciar las traiciones y artimañas que se operaron en la zona para abortar la esperanza y ansias de la población autóctona del territorio. Por ello, Aguirre creyó sumamente en los saharauis, en su proceso, y en ningún momento se sintió traicionado por esa convección. He tenido la oportunidad de conocerlo personalmente y entrevistarlo en su primer viaje a los campamentos de refugiados saharauis, en el marco de la caravana de la solidaridad. Entonces, me aseguró entre otras cosas, que: "cuando el pueblo saharaui se le crean condiciones objetivas e imparciales de un referéndum, lejos de coacción, optará, sin duda, por la independencia". Era su plena convicción.

Era un verdadero conocedor de las costumbres, tradiciones e idiosincrasia, y de la gente simple y humilde que compartió con ellos los mejores momentos. En aquel viaje a los campamentos, bajo una jaima tradicional en la daira de Hauza, levantada en honor a los huéspedes de la caravana de Madrid, reunido con los notables saharauis, después de saludarles afablemente a todos, comenzó inmediatamente a nombrarles con sus nombres y apellidos, como si fuese que el tiempo no transcurrido o como si fuese que los saharauis no se encontraban en el refugio o como si fuese en esos momentos que Aguirre no tomase un té en la hamada de Tinduf. Era como si estuviéramos en El Aaiún en 1975. Era increíble, qué memoria.

El Sahara Occidental fue para Aguirre la otra orilla de Santander, el límite y la frontera de la nación de los saharauis; que emergió de la frustración y de las promesas incumplidas, que el escritor siempre rehusó al señalar en más de una ocasión con justeza que las naciones también emergen de las canteras de la solidaridad, el esfuerzo y la abnegación; todo lo anterior fue plasmado en su larga investigación como historiador de creíbles citas, datos, fundamentos y consultas en eras de un sólo objetivo: Rescatar la historia perdida del Sahara Occidental, como mejor homenaje y plebiscito del sacrificio de los hombres, mujeres y ancianos de éstas tierras.

En sus alegaciones histórica lamentaba con pesar como España no ha tenido el coraje de pactar con el movimiento de Basiri, y como las oportunidades se fueron esfumándose para dejar paso a lo indeseable; y como posteriormente le falto igualmente el valor de cumplir los compromiso suscritos con el Frente Polisario en Mahbes y en Argel, poco antes que el Gobierno de Arias Navarro, diese al trasto con todo para dejar paso a la “Marcha Verde”, la irrupción de los ejércitos marroquí y mauritano, y los posteriores acuerdos tripartitos de Madrid en detrimento de la voluntad de las fuerzas armadas acantonadas entonces en el territorio, la Corte Internacional de Justicia, las Naciones Unidas, y los pueblos de España.

La visión de Aguirre en todo sus contexto se ha fijado en un doble compromiso con la historia, donde los protagonistas de la misma se veía reflejados tanto los de favor como los de en contra, los para bien como los para mal en esta larga contienda. Y donde el sentimiento, el afecto, el amor y la desesperación que se quedaron truncados de unos y de otros, bajo las áridas tierras de El Aaiún, Smara o Dajla podrán un día ser rescatados, lejos por supuesto, de la insensatez de los políticos de la época, que desgraciadamente no estuvieron a la altura de los compañeros de armas de Aguirre como el Coronel Valdés, último gobernador del Sahara, el Coronel Rodríguez de Viguri, Secretario General, que negaron rotundamente a firmar el acta de traición presentada por los marroquíes, a raíz de los acuerdos tripartitos de Madrid.

Enero 2005

04 agosto 2006

El grito de El Aaiun


Se ha evidenciado que al filo de los años anteriores muchas artimañas se urdieron a fin de disgregar el ideal y el sentimiento patriótico que los saharauis venían defendiendo con entereza y razón de ser.

Parece que la historia se repite sin aceptar los resultados del pasado y los irreparables reveses que Marruecos y sus -amigos- pretenden hoy ocultar, es decir, la pujante realidad del pueblo saharaui.

En efecto, de nuevo la prueba de osadía de los saharauis se alza unánime como una llamada y una reflexión que se yergue desde los humildes callejones de El Aaiun. El grito esta vez sonó más fuerte, estridente como un eco esperanzador entre la gente que se despertó con la tajante condena de -FUERA MARRUECOS- y una bandera diferente ondeando en el cielo de la ciudad sitiada por agentes y esbirros como el general Ben - Sleiman, Ichi Abu El -Hassan y el sanguinario Laanegri.

Hasta estos momentos la ciudad enlutada aún no pudo enterrar los restos mortales del joven Lembarki, muerto a causa de las torturas de los grupos urbanos marroquíes.

Treinta años de acuerdos ilícitos, de Marcha Verde, de muros de arena, de diáspora, de desprecio, injusticia y ley de la jungla calaron aún más en la conciencia y parieron una nueva generación más nacionalista y más independentista. Es la generación que nació bajo las hordas de la ocupación y que estos días despide a Lembarki como su nuevo estandarte. Es la nueva generación que levanta el grito de basta de tanto posponer, de tanto mentir, y de tanto incumplir. Tanto -unos- como -otros- están llamados a poner fin al calvario del Pueblo Saharaui. De esa voluntad tanto Marruecos como la comunidad internacional, representada por Naciones Unidas, deben ya escuchar el grito de los saharauis, sus demandas y propósitos que se traducen bien claro en la NO integración en el reino alauí.

Como se ha visto los saharauis vuelven a la carga y en un grito que trasciende la capital del territorio. Por tanto, la señal de alarma sólo hay que interpretarla como un gesto esperanzador pero también como un desafío a -la trampa- que venía tramando sus nudos desde los primeros momentos del cese del fuego, hace ya catorce años atrás. Cambiaron el napalm y el fósforo blanco en por otras armas, la -dilatación- y la -decepción- y con ello pensaron poner punto y final a las reivindicaciones de los saharauis. Pero lo paradójico, de esa decepción, si alguna vez la ha habido, nació la semblanza entre el ayer y el hoy, entre Hafed Buyema* y Hamdi Lembarki, distantes en el tiempo, en las circunstancias, pero ambos unidos en un empalme catalizador y movilizador de un Sáhara independiente.

Ayer como hoy se dijo NO a las soluciones incongruentes, sí a la honradez política, sí a la continuidad representada por un largo rosario de vidas ofrendadas que hicieron del Sáhara una pasión de amor.

Me parece absurdo terminar estas líneas sin dejar plasmado algunos versos memorables y de causa del gran poeta Mahmud Darwish en homenaje a la Intifada, a Lembarki y por qué no a las palmeras de Sidi Buya. Los versos rezan: -...Escóndeme bajo una de las dos palmeras .Enséñame a hacer versos. Tal vez aprenda yo las andanzas de Homero. Tal vez añada al relato la descripción de Acre. La más antigua de las bellas ciudades, la más bella de las ciudades antiguas. Caja pétrea en cuya arcilla los vivos y los muertos se menean como abejas presas en la colmena, se abaten sobre las flores y preguntan al mar, cuando el cerco es más fuerte, por la puerta de urgencias.

Enséñame a hacer versos. Acaso una niña necesita canciones para cuando este lejos: Llévame, aunque sea a la fuerza, hacia ti, y coloca mi sueño entre tus manos-.

*Hafed Buyema: primer saharaui muerto bajo las torturas de la policía de Franco


Enero 2005

La superación racional de un pueblo

Es verdad que el grado de madurez de un pueblo se mide entre otras cosas por la superación racional de las inclemencias y vicisitudes que le toca vivir en determinado momento de la historia. Es obvio, que esa superación que emana de elección libre y voluntaria crea un total mecanismo de inmunidad que supera la tentación inoportuna que en su día esconde en sus pliegues el daño que tiende a diluir a la nada el proyecto de costosa redención que los saharauis levantan como reto desafiante a la ceguera marroquí. Resulta real igualmente que en cada parada del proceso de emancipación se impone cierto protagonismo vacío de recelo y con fe en el futuro y en el presente, de llevar la causa a buen puerto sin importar el sacrificio de la obra.

En efecto, parece que la actividad pro derechos humanos que se realiza con éxito en las zonas ocupadas, y en la que mueven fichas activistas del temple de Dadach, Aminetu Haidar, El Mutawaquil, Numria, Tamek, Mesaud, Hmad Hamad, entre otros. Emergieron airosos después de largo cautiverio detrás de los barrotes de la ocupación, a raíz de la desatada avalancha de detenciones arbitrarias llevadas a acabo a finales de los setenta, y en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado. Ellos constituyen una de aquellas metas donde hoy se fija la mirada de todos los saharauis y el concierto internacional para brindarles apoyo moral como mejores representantes imprescindibles y paradigmáticos frente a los abusos y el desprecio que se constata en la parte ocupada territorio donde los derechos culturales, sociales, políticos y económicos se rigen por ley de un país ocupante.

No obstante, y a pesar del acoso, las acciones de los defensores de las libertades fundamentales de los saharauis está ganando terreno a nivel nacional e internacional y cada vez apunta hacia mayor desenmascaramiento del horror que padecen los habitantes del Sahara Occidental que desde finales de 1975 sufren la herida abierta y sin cicatrizar heredada de los primeros y acentuada por los segundos colonizadores. El bochornoso abandono de la ex-metropoli dejó a la población indefensa ante la difícil prueba de la diáspora y la brutalidad de ejército y el Ministerio del Interior de Dris El Basri. A propósito del entonces ministro de Hassan II parece que pretende últimamente con descaro salir del letargo para hacernos olvidar quizás las flagrantes violaciones de derechos humanos de las que es culpable. Lo per en estos casos es intentar “resarcirse”, no importa a costa de quién, al perder las bazas y tentáculos que le convertido finalmente en más inofensivo que “Dracula bajo el sol”. No se puede tener un pie en cada orilla ni los héroes surgen de la noche a la mañana por meras declaraciones que desgraciadamente no devuelven los desaparecidos a casa. Sin duda, el exaltado protagonismo del ex-ministro no es más que una comedia o moneda en desuso del régimen que en realidad en toda su estructura, incluida la implícita, no realiza cambios sustanciales a pesar de los requerimientos internacionales.

Por más que se intente esquivar la realidad, hay causa y culpables. Los saharauis que defienden su causa conocen igualmente sus propios enemigos y confiarán únicamente y para siempre en la memoria de la historia. Por ello, todo hecho o declaración que no ponga fin a las calamidades de los saharauis, ambos lados del muro de la segregación, serán arrojadas en saco roto. Pero cabe preguntar, quién sofocó las manifestaciones de El Aaiún de 1999, y quién es el responsable de las fosas comunes de saharauis, localizadas en las proximidades de las localidades de Echderia, Hausa y Amgala.

Pues, tanto para Idris El Basri como para el oficial de ejército Amarti es insuficiente el sentimiento de pena. Es momento ya de levantar alfombras y hurgar profundamente en las aguas turbias de la ocupación, tomando ejemplo de los activistas saharauis en las zonas ocupadas. Sólo entonces la diafanidad se impondrá como premisa de nuestra época, y más aún cuando se trata del secuestro del derecho de un pueblo.


Diciembre 2004

... Y después del Fuerte de Dajla


En los momentos en que nos aprestamos a festejar el advenimiento del nuevo año, las autoridades de ocupación Marroquí anuncian contra viento y marea la histérica decisión de demolición del fuerte de Dajla o Villa Cisneros, el hecho ha causado desazón y perplejidad a personalidades, instituciones y organismos culturales, sumándose a la campaña internacional para salvar la vieja construcción y haciendo un llamamiento a la UNESCO a que intervenga ante las autoridades del reino Alauita.

El legado histórico y cultural en cuestión ha sido a lo largo de los años una de las pruebas de abrazo de dos civilizaciones distintas y distantes pero unidas por un pasado común y proyección de futuro.

Marruecos, otra vez, nos sorprende, pero en ésta ocasión con un "presente" de fin de año inadecuado e inaceptable al proceder a la destrucción definitiva del fuerte que España asentó en 1884 en la zona de Río de Oro, sobre los escombros de la humilde favela de Quiroga y Cervera con la que iniciaron la presencia colonial en el territorio saharaui.

Las razones políticas y estratégicas que promovieron la colonización del territorio, llevaron a la compañía Hispano-africana a la construcción de una factoría, destruida el 9 Marzo de 1885, pero restaurada después. Con el regreso de Emilio Bonelli se dio un gran impulso a la misma e incluso un vapor, el Río de Oro, hacía un viaje mensual entre la metrópoli, canaria y la colonia, según los cronistas.

La factoría se estableció majestuosamente sobre una de las elevaciones panorámicas de la villa, y con el discurrir del tiempo se convirtió en punto de referencia para ciudadanos y paisanos, y mas aún para las goletas comerciales y canoas de pescadores saharauis y canarios que salpicaban entonces la bahía. Era verdaderamente un minarete diurno e inmovible para los hombres en sus faenas de mar adentro; sirvió igualmente como gran almacén de víveres del ejército, y en los años treinta acogió entre sus muros a desterrados peninsulares desde anarquistas, comunistas hasta republicanos durante y después de la guerra civil española.

Marruecos, hasta el momento, continua en el empeño, haciendo oídos sordos, en robar, quizás para siempre, parte de la historia universal sin esgrimir ninguna justificación que avale el acto desafortunado. Por tanto, no es más que la inaceptable e impune alevosía de los nuevos señores del MAJZEN que llevan el timón del reino hacia la deriva de lo incierto.

Sin duda, el resentimiento que acapara corazón y alma invita a la reflexión sobre un hecho que por si solo apunta hacia el "secuestro" de la historia e impronta con los que los pueblos español y saharaui con tesón, sacrificio y superación, asentaron las bases del entendimiento, a pesar de las diferencias y condiciones de unos y de otros en determinados momentos de la historia; y que hoy, precisamente, queremos defender y rendir homenaje a través de la pérdida de la factoría de Dajla. Por ello, nada ni nadie podrán omitir o relegar el papel de la historia. Obviando, claro está, los intereses en juego de la época. Sin embargo, tenemos igualmente la obligación de evocar y defender la huella del pasado para dar mejor continuidad a la historia que un día seguramente nos juzgará por la encomienda que quizá se empotra en los muros de la fortaleza que hoy destruye Marruecos.

Diciembre 2004

Marruecos, un país fuera de la ley


Hoy por cierto, Marruecos se encuentra ante un dilema difícil de superar: O sigue obsesionado por la ocupación de los territorios sahrauís ó acata las leyes internacionales sobre descolonización para seguir dentro del contexto regional y universal.

En efecto, los continuos llamamientos de buena voluntad de la comunidad internacional no podrán ser respondidos con desprecio desmesurado y oídos sordos del régimen marroquí. Por más que intenta marear la perdiz, la fisura económica, política y social no hay que buscar sus origines ni en Argel ni en Pretoria, a no ser, en la capital del país de la Ecotopia.

La caza de brujas contra desidentes políticos, los continuos improperios a personas de talla universal y países soberanos, la estratagema de dilatación del proceso unosino, la avalancha de inmigración y el descontento social que apunta hacia el abismo, dejan nuestro mal vecino ante un talonario de asignaturas pendientes que, sin resolver, deterioran aún más la imagen del país norafricano, que en los últimos años hizo un vago esfuerzo, gracias al asedio internacional, y sobre todo, el de la sociedad civil española. Poco después procedió a pintar algunas fachadas de su deterioro castillo de naipes para hacernos creer, quizá, que está más proclive a la zanahoria que al garrote. Sin embargo, todo sigue igual, nada ha cambiado, a pesar de los pegatines de propaganda falaz que se vislumbran por doquier haciendo gala a Marruecos como un verdadero limbo en el Maghreb, pero donde está esa opulencia económica, qué decir de la democracia, los derechos humanos, y el drama de los sahrauís acechados continuamente por la pesadilla del diablo, que divide la tierra con muros de arena y dispersa las familias por el mundo, desgraciadamente con la mirada distraída de algunos países baluartes en democracia y los derechos de los pueblos

Posiblemente, el gran problema del reino reside en la falta de claridad política ante los tópicos que más urgen a nivel interno y externo, pero las posiciones cómodas y el trueque político y diplomático que cunde en el subconsciente de los que llevan el timón les hace menos sensatos y más ineptos ante la problemática global del país.

El estado del Majzen que venía tomando las bridas del estado con manos duras y hermetismo total desde la época del protectorado hasta la era de la globalización esta desvertebrando a goteo las esperanzas e ideal del humilde pueblo marroquí que merece paz y justicia. En vez, de involucrarlo en problemas que trascienden los limites geográficos de su frontera, pero para ser más sensatos dónde terminan estas últimas, hay que preguntárselo a los discípulos del istiglalista El Fassi.

Por contra, hay que reconocer que mucho se hizo a los cuatro vientos para disuadir próximos y lejanos con el fin de abandonar el compromiso histórico contraído con los sahrauís. Pero parece que no llovió tanto como pretendía el reino, la valiente decisión de la República de Sudáfrica de reconocer el estado sahraui, fue el mayor fiasco, que subió el barómetro del nerviosismo marroquí; que catalogo el hecho como un acto deliberado e inoportuno, pero la enseñanza nos advirtió igualmente que quien avisa no es traidor. Así procederán los que faltan por reconocer, después que la paciencia y las oportunidades han sido acogidas con alevosía y artimañas para destejer lo que la comunidad internacional viene confeccionando en el territorio en pro de la paz.

La resolución de las naciones unidas sobre el derecho de los pueblos a la autodeterminación es por tanto, la coartada ante la indiferencia, la enajenación y el desprecio de los pueblos.

Es hora de afianzar las decisiones universales para estar más próximo al corazón de los humildes, que siempre han hecho de la razón la fuerza inequívoca para vivir en un mundo mejor. Pero donde esté Marruecos de esta añoranza, más el granito de arena que tendrá que aportar para bien. En definitiva, Haití y el Congo no es más que la brizna en el ojo ajeno. Despiértate Marruecos, antes que sea tarde. ¿Cuándo lo hará?, al menos, yo no se.


Octubre 2004