06 agosto 2006

Libertad para Aminetu


La conocí en el limbo del silencio de una muralla desvertebrante de pasiones y de fronteras casi olvidadas.

La conocí de lejos. Sí, a través de la negra ventana de estrechas rejas, solitaria, lúgubre y helada.

La conocí en el misterioso silencio, pero siempre con una expresión de libertad difícil de ser acallada.

La conocí en el horizonte atintado, amargo como los sorbos de aquella mañana que conmovieron los vientos de la patria usurpada.

La conocí después de esgrimir en nuestra ausencia las razones secuestradas desde entonces en las calles, en las playas, en los páramos y en el sentir de la gente humillada.

Más supe de ella cuando anunció aquella misma mañana el advenimiento de la vida para matar la muerte.

La conocí en mi vieja ciudad que se gravitó en torno a la llamada que rompió los silencios en instantes de una efímera mañana.

La vi con un ademán de victoria, pálida, ensangrentada, y en su mirada una reflexión más que una llamada.

Y a la hora de los retos, vamos calcando tus huellas que allanan los sentimientos en otro grito no tímido en la garganta, libertad, para Aminetu Haidar.


Agosto 2005

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