14 mayo 2011

El Sáhara en el corazón del caracol


En la costa oceánica, mirando hacia el Pacífico, en el centro occidente de México. Dejó a su madre trabajando el campo, muy temprano como de costumbre. Con machete de dignidad y sombrero. Antes de partir le preparó un desayuno de despedida. Casi todo, en torno a la mesa de aquella mañana, tenía un olor casi común y nada de excepciones fuera de lo ordinario, sólo una mueca, de vez en cuando, se descubre en los semblantes de los comensales, al referirse alguno de ellos a los preparativos del viaje. Era una despedida anunciada con sabor de maíz. Partió junto a su compañero de estudio y de barrio en busca de otros sures. Y la práctica brújula que colgaba Airy en el cuello, junto al caracol de su vida, indicarían para él la dirección inequívoca del camino.

Un camino que se dice descubierto, pero invisible hasta ahora por los poderosos.

En los confines de ese mundo, Arcadia Lara se quedó atrás. Sembrando sueños de justicia y rememorando la ida del hijo Airy Mejía y su mejor amigo, Antonio Velázquez .Todo quedó grabado para ella en la memoria, se quedó tejiendo en silencio elementos del pasado y del presente en otras tierras lejanas. Más bien, un comienzo que reúne afecto familiar en las mismas entrañas de las cuatro paredes del humilde hogar de los Mejía en Guadalajara. Desde el principio, la ilusión quedó plena de altruismo. Anclada igualmente para siempre en el corazón de las dunas del Sahara Occidental.

Era una andanza hacia el reencuentro de un sueño añorado que, probablemente, habían descubierto en las modestas favelas de América Latina. Y en la preocupación misma, tanto aquí como allá, de la gente simple, más común de la amplia geografía que nos une y nos separa.

Con sus mares, aires y quehaceres cotidianos. En medio del camino de esa vivencia topan con los saharauis, alzando la voz ante la injusticia del destierro, causada por el ocupante marroquí. Sin embargo, de esa espiral del tiempo y de la distancia, nacen otras luchas con acción directa y pacífica que nos aproximan, a todos, al derecho propio de la desobediencia civil, a fin de rescatar los derechos legítimos que nos fueron usurpados por quienes desprecian la tierra, los valores humanos, y el derecho a la vida. En este contexto, siempre han estado presentes las luchas campesinas y estudiantiles, es decir, las luchas de los pueblos que, hoy como ayer, siguen aglutinando a hombres y mujeres de buena fe, en aras de la libertad. Para la mujer y sus hijos, como solía llamar a los muchachos, los sures están desperdigados acá y allá, en la infinita soledad de una polarización acentuada por la miseria, la injusticia y el deterioro social; serios denominadores, alrededor de los cuales, los pueblos se aúnan y se dispersan, en torno a un ideal de recuento histórico y de reflexión común.

De ese espíritu y de esa realidad, en la ciudad de Barcelona, los amigos mexicanos se suman a la acción por un Sahara libre, por encima de cualquier consideración política. Antonio y Airy preparan, con otros amigos de España, una agenda de denuncia internacional en la que hacen hincapié en el deplorable deterioro de los derechos humanos. Malestar reportado constantemente por diferentes testimonios y relatos de activistas de las zonas ocupadas del Sahara Occidental. La pasividad de algunas instancias internacionales y, sobre todo, de la Misión de Naciones Unidas para la Organización del Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO), que continúa sin incluir en sus competencias la observación de los derechos humanos, limitándose únicamente a velar por el mantenimiento del cese del fuego entre las dos partes beligerantes, Marruecos y El Frente Polisario, y deja las manos libres a las autoridades marroquíes para que hagan y deshagan de acuerdo a su antojo anexionista. Esta misión, tras más de 20 años de presencia en el territorio, no cumple con las funciones que le encomendaron, por lo que su nombre resulta incongruente y hasta insultante.

Ante el hecho consumado, los defensores del pueblo saharaui, con su acción solidaria, logran romper el silencio establecido por la administración ocupante sobre el territorio en vías de descolonización, el Sahara Occidental. Valiéndose del derecho internacional, los amigos del pueblo saharaui, continúan abogando constantemente por el respeto de los pueblos a la autodeterminación. De hecho, entran en acción directa para movilizar a la opinión pública internacional a favor de las justas reivindicaciones de los saharauis. Enarbolando la máxima de Benito Juárez que decía: ‘’EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LIBERTAD’’.

Desde 1975, el territorio del Sahara Occidental y su población se encuentran divididos por un muro de segregación, cerrado a cal y canto a los observadores independientes internacionales, y vigilado por una presencia policial incontrolable, sin que nadie pueda determinar su cuantía.

En agosto del 2010, el grupo de solidaridad recién fundado, bajo el nombre de Resistencia Saharaui, encomienda a Antonio e Isabel Terraza la tarea de viajar a la ciudad ocupada de El Aaiún con el fin de constatar sobre el terreno la inquietud de los saharauis. En la casa del activista saharaui Hamad Hamad, la policía marroquí golpea a Antonio Velázquez junto a los activistas saharauis defensores de los derechos humanos en El Aaiún.

A su regreso a la ciudad condal, conjuntamente con Airy e Irina y la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Cataluña, emprende una campaña de sensibilización sobre el férreo control policial y militar marroquí en la zona y en concreto en la capital del territorio, El Aaiún.

En mayo del 2005, las protesta saharauis en las zonas ocupadas, toman un nuevo auge con el inicio de la “Intifada de la independencia’’; intifada que alcanzo su punto álgido en octubre de 2010, con el levantamiento del campamento de protesta de Gdeim Izik, a las afueras de la ciudad de El Aaiún. Centenares de ciudadanos saharauis mostraron en esta gesta heroica su total rechazo al ocupante marroquí. Los manifestantes fueron duramente reprimidos por los agentes marroquíes, a pesar de la presencia de las Naciones Unidas en el territorio. La brutal intervención del ejército se saldó con heridos y muertos, de los que citamos: Nayim El Garhi y Said “Dambar” Uld El Gargar.

La tragedia del desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik será plasmada próximamente en un documental, donde se sacará a la luz la situación real que vivieron los manifestantes saharauis durante dos meses consecutivos. Esta situación paupérrima concluyó, desgraciadamente, con una sangrienta intervención militar, sin que el mundo condenara clara y tajantemente tal brutalidad. En aquellos momentos la comunidad internacional quedó presa de su fatal hipocresía y prefirió mirar hacia otro lado, pero, más tarde, supo igualmente que se quedó comprometida con la historia y con los saharauis de Gdeim Izik, que con su valiente proeza abrieron de nuevo los ojos al mundo, y desde entonces comenzó la revolución.

Con este nuevo testimonio cinematográfico, Antonio Velázquez y sus amigos españoles pretenden hacer un homenaje a todos los saharauis, sin excepción. E igualmente a Arcadia Lara y al pueblo mexicano en su lucha emancipadora por superar los altibajos, tanto objetivos como subjetivos. Altibajos emparentados a la piedra anclada en medio del camino entre los saharauis y otros tantos pueblos, que sufren el dolor del colonialismo y el neo-colonialismo sangriento y atroz, en rincones más lejanos y próximos al Sahara Occidental.

1 comentario:

nuria dijo...

Un agradecimiento muy profundo para nuestros compañeros de viaje, encontrar a personas incondicionales en esta lucha, nos hace mas fuertes a todos. Los que compartimos con vosotros nuestras angustias pero también las alegrías de confiar en un futuro mas justo y libre para todos los pueblos nos sentimos muy felices de sentirnos junto a vosotros. Salud!