21 marzo 2010

Trabajo etnográfico: "Entre la concepción religiosa y la autoridad de la creencia popular"


Presentación:

“Entre la concepción religiosa y la autoridad de la creencia popular”, bajo este título, Brahim Elhaisen con una ponderación considerable y una indagación pertinaz nos invita este extraordinario trabajo etnográfico a viajar por los fascinantes laberintos de “El reino de este mundo hasani” en el que hurgamos sin darnos cuenta en la relación implícita del pasado y el presente de las raíces del acervo cultural saharaui. Es la transición oral y material de un folclor integral y bien definido geográficamente que emergió de una estrecha convivencia, donde lo negroide, bereber, y lo árabe marcaron la huella e impronta indeleble en su surgimiento. Es el cruce de la proliferación de valores, conceptos y creencias que tejieron el conjunto humano hasani desde el sur de Marruecos, el Sahara Occidental, Mauritania, sin obviar los demás límites fronterizos, Tinduf y Tombuctú. Todo un cúmulo de facultades y experiencias adquiridas con el roce casi permanente con otras civilizaciones más próximas o más lejanas que despertaron en su día en el individuo saharaui una contemplación y una veneración de su entorno, el desierto, con su destello, magia, miedo, y la fuerza sobrenatural que invoca a la reflexión. Es por tanto el juicio contemplativo, ilusorio, real, sencillo y complejo que nos inserta una disertación favorable y contraria, en la que intervengan elementos potencializadores que encierran los secretos de los ritos, costumbres y tradiciones que configuran una simbiosis en la que nunca falta la espiritualidad y la temporalidad absoluta de la sociedad beduina.

Por su interés, extensión y complejidad, la traducción del árabe al español de este trabajo se impone como una necesidad imperiosa y más aún con el sumo agradecimiento a todas aquellas personas que fueron consultadas tanto en la traducción como en la corrección. No obstante, ojala que el propósito deseado por todos sea cabal y como decía George Steiner: “Sin la traducción habitaríamos provincias lindantes con el silencio”.

email: mohfakala2004 @ yahoo .es


PRIMERA PARTE:


Entre la concepción religiosa y la autoridad de la creencia popular

El pensamiento mitológico hasani del Sahara está lleno de muchas creencias y rituales populares heredados de los antepasados y antecesores, que se pueden clasificar conforme a la concepción mística, mitos y falsas ideas de muchas cosas relacionadas con la vida cotidiana… algunos ocurren debido a causas naturales y fisiológicas ligadas al cuerpo humano y algunos son explicados mediante múltiples significados sumergidos en la interpretación.

Casi todas estas creencias populares provienen del pensamiento místico que florece y prospera con la existencia de casos del miedo, preocupación, sensación de debilidad… y otras que emergen de las leyendas repletas de valores y principios que representan un modelo intelectual complejo que dibuja los límites de la actividad humana en la sociedad hasani. Semejantes prácticas y precauciones populares exceden la psicología para impregnar la literatura, la religión y la cultura, y refleja una cultura mística que sombrea y oscurece la mente humana. Ha tomado la atención de los eruditos e investigadores, antropólogos y sociólogos y ha tomado la atención de muchos sabios de la parapsicología, autores de estudios científicos de ciertos fenómenos naturales y humanos difíciles de interpretar desde el punto de vista científico.

Por ejemplo, el joven Jung excava en las profundidades de los mitos y antiguas religiones, el pensamiento totémico, la secreta literatura de la alquimia (Química) y la ciencia de la astrología, que siempre ha ayudado la gente a superar sus crisis personales, o lo que él llama “Crisis de la media vida”, pues creía categóricamente que mediante la sinceridad y no ocultar las respuestas oprimidas de la mente, la gente podrá ser más complementaria. Jung utilizaba la relación de las expresiones para extraer la confesión.

Según la definición idiomática y según los estudios que dominaron la ciencia del folklore, las creencias representan el significado religioso surgido en este término. Antiguamente las creencias eran llamadas creencias o supersticiones, especialmente para los hombres de religión cuando la creencia popular estaba arraigada en los corazones de la gente y afectaban a su alma, y les dibujaban en sus mentes diversas formas, que era una máscara de detección que llenaban el alma de la gente de sentimiento, sensación, alegría y miedo, fe y sosiego, sobre todo si se trata del mundo espiritual o algunos aspectos de la realidad vivida, resultante de ciertas condiciones con las cuales convivió el ser humano, y se convirtió más adelante en parte de su vida de la que no puede prescindir. Las creencias populares no se observan, son compatibles en su sensibilidad por carecer de los dos elementos de la racionalidad y la lógica comenzando con el pensamiento del hombre primitivo que era incapaz de explicar los fenómenos naturales, lo que le llevó a la santificación y glorificación de algunos de esos fenómenos, llegando hasta el pensamiento religioso que comprende dos elementos claros que rigen de acuerdo a la opinión de los hombres de la religión; este aspecto en la vida de las sociedades son las creencias y rituales religiosos. De allí se aclara la comprensión de las creencias como encarnación de ideas y sensaciones de la gente cara a los fenómenos naturales regulares y su concepción irregular sobre el terremoto, el relámpago, los eclipses y los fenómenos fisiológicos como el sueño, el dormir, la muerte, ver el futuro y la vida con todos sus diferentes medios, lo que les conducía a creer en las piedras, el agua, las plantas, los animales y la carne, las formas, las palabras, los números y los himnos que se crean en su modo de afectación sobre esta energía sobrenatural y su sometimiento a la voluntad del hombre.

El árbol o la mata del lugar de residencia no se quita (Sadret lemrah ma tenglaa)

De entre las creencias populares más famosas del Sahara que emana de una rica fuente y se basa sobre indicaciones históricas y etnográficas sumergidas en la antigüedad, el hecho de creer en muchas cosas y prácticas de las cuales se espera evitar el daño, y la expulsión de la mala suerte, la maldad y el riesgo… por ello se prohíbe silbar y ulular dentro de los hogares (jaimas: tiendas) porque atrae la muerte y la perdición. También la destrucción de utensilios de cristal y porcelana y su exposición a la rotura se explica como alejamiento de la aflicción y el riesgo. Y en este contexto se dice en hasania: “rafed el bas” (se llevó el riesgo). También las zapatillas o calzados puestos boca abajo sobre el umbral del hogar trae la mala suerte; cuando se pone una sandalia sobre la otra simboliza un inesperado y próximo viaje. En lo referido al mal de ojo y al daño que causa, se recurre cuando se juega con un pequeño niño en presencia de sus padres a describirle con palabras de no elogio (pero que se refieren simbólicamente a lo más hermoso), entre ellas el jaib (incapaz) y shouein (feúcho) diminutivo de la palabra hasani shein (feo) que es una palabra que simboliza término de fealdad. La picadura puede ser asociada a causas naturales como la sensibilidad de cuerpo o dolores en un determinado área del cuerpo (mano, cara). Se puede interpretar el guiño del ojo derecho y frotar la ceja derecha con una esperada alegría (matrimonio, el retorno de un prójimo que se ausentó por mucho tiempo…) y también frotar la palma de la mano derecha se liga según la creencia popular al recibimiento de buena fortuna o el encuentro con un ser querido en corto tiempo (como ocurre con frotar la ceja derecha) y frotar la mano izquierda se interpreta por la recepción o el depósito de dinero y su recuperación. Y hay quien interpreta el entrelazar las manos durante el desposorio con la existencia de una inesperada petición de mano…

En cuanto al zumbido del oído izquierdo, se interpreta con la presencia de un individuo que hable bien de nosotros, o que hable mal cuando sucede el zumbido en el oído derecho, conforme al proverbio: el derecho perjuicio y el izquierdo beneficio.

Entre los rituales sociales bastante practicados por los saharauis solicitando lluvia en ciertas zonas, se levantan en enérgica marcha pública llamada takenja (figura elaborada con la ayuda de palillos) llevando palos decorados con tela de colores y piezas de paja pintada cantando algunas palabras seleccionadas, de entre ellas:

Takenja oh Al-lah, Al-lah
Atraiga la lluvia sin límite.
Oh, nubes que pasáis
Por Al-lah moja a las viejas
Oh, nube que no aparezca
Oh, Al-lah que pare una virgen, etc.

Y también sale un grupo de niños cantando una serie de canciones específicas para la lluvia entre las que se puede citar:

Levántate, levanta, oh, nube
¡Aumenta, aumenta, Oh, lluvia!

En cuanto a las mujeres, se peleaban por los paños (regae, singular rega), un trozo de piel que se pone debajo del molino manual de piedra al moler el trigo o la cebada. Además de esto se llevaba a cabo la oración de la solicitud, que es otro ritual religioso empleado en las religiones monoteístas para pedir la clemencia y rogar a Al-lah Todopoderoso cuando la gente necesitaba agua.

En la medida en que el agua / la lluvia representa una misericordia beneficiosa, puede convertirse en una maldición en cuanto suceda perjuicio resultante de la abundancia de las precipitaciones. Por eso los árabes recurrían antiguamente a la práctica de muchos rituales populares para parar la lluvia, especialmente el Hibas (parar), durante el cual sepultan los campesinos sus hachas en la tierra cantando de forma colectiva la palabra ahbas, ahbas (para, para), mientras realizan diferentes movimientos y gestos expresivos.

En el Sahara, la gente que teme las lluvias torrenciales recurren a dirigir un espejo o un tamiz hacia las nubes condensadas en el cielo creyendo que este ritual retrasaría la caída del agua, lo que se se llama en dialecto hasani gbid shab (coger la lluvia). También se recurre a tal fin haciendo salir a “una mujer muy fea” (mra sheina), que desvela su cabellera bajo las precipitaciones lluviosas. Estas mujeres son muy conocidas en el medio hasani y se les conoce como “la mujer que ahuyenta la lluvia”.

En el ámbito de la preparación del té los hasanitas interpretan el deslizamiento del vaso sobre la bandeja con una esperada y rápida visita, y cuando se pega un trozo de carbón encendido al fondo de la tetera al cogerlo de la frenna o brasero, se interpreta como la confirmada visita de una mujer.

Además, y ligado a los conceptos de prevención y prohibición, no es deseable en el Sahara llamar a alguien inmediatamente después de abandonar al grupo o la reunión (especialmente si él se dispone a viajar) porque eso le traería apuros y peligros, por lo esta bien visto llamar a alguien cuando está saliendo de la jaima, y debe en ese caso regresar a la casa y comer un pedazo de azúcar o posponer la fecha del viaje. Como se prohíbe, por la misma razón y en el mismo contexto de próximo viaje, pasar la escoba para limpiar la casa por un periodo no inferior a tres días.

En el Sahara también los hasanitas creen firmemente que el “árbol del lugar de residencia no se quita”, es decir que se prohíbe quitar plantas de delante de la jaima o de la guarida de los animales porque ello atrae al mal para la tribu y aniquilar al rebaño (el rebaño, el haya, significa lo que posee el hombre saharaui de camellos y cabras). También se prohíbe a cualquiera pasar por delante de la tienda, llevando en la mano, viejos cacharros como ollas de aluminio forjado, ollas oxidadas, recipientes de arcilla o calentador de agua magresh, con óxido negro. Se aconseja no beber ni comer cualquier alimento o en cualquier recipiente que haya pasado la noche a la intemperie sin estar cubiertos, puesto que cunde la creencia entre la gente del Sahara que los diablos que habitan el desierto, “aquellos que no se mencionan”, “los ocultos”, que es como se refieren a los demonios y los espíritus, dyin, han bebido o comido de ellos.

Cuando la mujer se embaraza, se le aconseja tomar muchas precauciones, entre ellas no mirar de manera continua las cosas feas para evitar la malformación del feto que lleva en entrañas. Durante el periodo del embarazo se deben satisfacer todas sus solicitudes, puesto que privarla de las cosas que anhela puede perjudicar a su hijo, culminando con la aparición de una señal, antojo, en cualquier lugar de su cuerpo.

Según los rituales hasanitas, durante el embarazo se puede desencadenar una mala noticia para la mujer, consistente en que su marido la haya divorciado y se haya casado con otra, por la creencia de que el miedo y los celos contribuyen a “cambiar el sexo del feto”. También existe la creencia entre los saharauis de que la mujer que haya parido muchos hijos varones, sus hijas también parirán muchos, por lo que muchos hombres quieren casarse con ellas, esperando tener varones, conforme al proverbio popular hasani: “Ponga la olla boca abajo, la muchacha asemeja a su madre”. Antiguamente, los saharauis creían que si el recién nacido tenía en la boca un pequeño diente, no era bendito, no traería el bien y la bendición, sino que era un mal presagio para la familia. Se decía que tal hecho era debido a que la madre había deseado algo durante el primer periodo del embarazo pero que no se le había dado. Por esto se recurría a la búsqueda de lo que había pedido la madre, con la creencia de que al encontrarlo, inmediatamente caería dicho diente. Después de esto aparecen los dientes de leche en su momento natural y ya no se preocupan las familias por su aparición tardía, por mucho que pasara el tiempo. Esta época es muy sensible y crucial en la vida del niño, pues se le oculta de la vista de las mujeres hasta que aparezcan sus dientes por temor al efecto del mal de ojo y la maldad de los rencorosos (el mal del ombligo).

Cuando la mujer saharaui daba antiguamente a luz un varón, una mujer vieja le ponía tinta negra y se encargaba a un esclavo negro la tarea de agujerear su oreja, sobre todo si el recién nacido tuviera hermanos que hubieran muerto antes de su nacimiento. También se recurría a cortar a un trozo del lóbulo de la oreja y darlo a la madre para comérselo, por creer que dicha acción podía proteger al recién nacido de la muerte en su cuna. Y siguiendo antiguamente las huellas de los árabes que colgaban sobre el niño el diente de un zorro o el diente de un gato por temor a que fuera raptado o el miedo al mal de ojo. Cuando se le caía un diente de leche a un niño, éste lo cogía entre dos dedos, miraba hacia el sol y lo tiraba diciendo: “Oh sol, cámbiamelo por otro mejor” y siguiendo esta antigua tradición, los saharauis a cuyos hijos les caían sus primeros dientes, ordenaban a sus pequeños cogerlos y arrojarlos en dirección del sol. CONTINUARÁ….

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una entrada muy interesante, mabrook!!! Qué continúe!!!
Najma