06 agosto 2006

Camino de El Aaiun


Los buenos caminos traen suerte y por lo visto llevan a las grandes ciudades, la historia lo evidencia de manera sobrenatural. Sin duda, en la delineación y el rumbo que toma cualquier acontecimiento de importancia hay que buscar sus metas correctas en una palabra: el empeño que nos hace llegar a lo que parece inalcanzable, al punto fijado, al referente, tanto histórico, cultural o político.

En efecto, como es sabido, las célebres ciudades como Santiago de Compostela, Roma, Estambul o la Meca, por citar algún ejemplo, han definido sus caminos o más bien las sendas que hacen de ellas lugares de suma relevancia, a donde medio mundo se dirije en busca de una libertad perdida o una satisfacción moral o espiritual. Gracias al esfuerzo, al tesón y la tolerancia, el respeto y la abnegación, estas urbes se convirtieron en un horizonte de libertad, de historia, de peregrinación y luz de la razón para toda la humanidad en su lucha contra la barbarie, la injusticia, la intolerancia, el deseo intrincado e inoportuno de quien intenta dar el giro de marcha atrás de toda la humanidad en su conjunto.

Entiendo que las buenas intenciones, no importa de quien, ni en que tiempo, ni circunstancias o lugar no podrán salir de ninguna manera de ese marco de fiabilidad y de entereza de los grandes que han hecho del empeño una bandera que va viajando por los territorios saharauis en busca de esa libertad perdida y secuestrada por las barreras de la anexión y la desinformación. Desinformación que el reino de Marruecos utiliza como pautas y razón del Estado del Majzen, por una parte, y por otra, como manto para que los esbirros cometan todo tipo de atrocidades y vejaciones contra la población civil saharaui indefensa.

Sin embargo, de ese empeño y buena fe nació el camino de El Aaiun, que para ser como las grandes ciudades del mundo, sólo le hace falta superar el ultraje y la humillación que aún padece. No obstante, gracias al esfuerzo de todos, y en particular de madrileños, asturianos, catalanes, aragonenes, vascos, andaluces... con la vista siempre puesta en la Intifada, en la primavera, en la Independencia, en la segunda generación de Zeml-la y de Basiri, en el 21 de mayo, en la ciudad de los manantiales que gota a gota va alimentando las raíces de la vida y se yergue como minarete del itinerario de la solidaridad y de la Intifada.

Ante la marcha irreversible de la Intifada, Marruecos, pretende hacer del El Aaiun un pequeño pozo perdido y cegado en el desierto. Es bueno recordar, que los amigos de los saharauis trazaron el camino y llegaron, vieron el miedo de cerca, pero solamente, desde la ventanilla del avión que los trajo a la ciudad, por desgracia no pudieron apearse en el viejo aeródromo español; fueron humillados, ofendidos, y golpeados y maltratados como en el caso de la comitiva noruega. Es verdad que a los amigos de los saharauis no les dejaron encontrar a Aminetu ni a Hamad, en cambio, constataron y encontraron las atrocidades, la barbarie, la prepotencia de Marruecos en las zonas ocupadas del Sahara Occidental. Es hora, entonces, de que se abra el territorio ante los observadores independientes y continuar la batalla desde dentro, desde las calles de El Aaiun heridas y ensangrentadas. Es por ello, que Ali Salem Tamek, no eligió para su regreso a la patria ni Algeciras ni Rabat. Optó, como los grandes, por el camino de El Aaiun.


Julio 2005
*Foto: El Aaiun en 1971 (Luis Ángel)

No hay comentarios: