26 febrero 2011

El simbolismo de la revolución

Por su carácter espontáneo, democrático y popular, la revolución que sacude el mundo árabe e islámico se forja día a día con pasos seguros; enarbolando el estandarte contra los regimenes corruptos y perversos. Una revolución social con sus propias particularidades, conceptos, liderazgo colegial y coherente que simbolizan la unidad en torno a lo popular. Una nueva era que difiere de otras épocas y de otros procesos de cambio vividos en la palestra internacional.

La demanda del cambio, la justicia y la abolición de la mentalidad policial se oyen más fuertes que el rugido de los tanques o las percusiones de fuego de quien monopoliza la fuerza, pero no la razón. Sin duda, es la revolución de nuevo tipo, al parecer, su entonación es la misma desde Rabat hasta Al Manama, a pesar de la distancia geográfica y las particularidades de cada país, las voces y las acciones tienen aires de cambio y de ruptura que llevó a los manifestantes espontáneamente, no a entonar la clásica marsellesa sino el himno Himat Al Hima de Abul Kacem Chabbi, el tunecino, el canto ha sido coreado como una identidad propia y singular de la revolución árabe actual.

Las notas se entonaron tanto aquí en el Magreb como en el golfo, de un lugar a otro se prendió la chispa de la llama y la gente respondió inmediatamente plena de hartazgo y de falsas promesas que no mitigan el hambre. En las plazas tomadas por los jóvenes como nidos de protesta, las de Tahrir, se cantó un canto diferente, lleno de dignidad y de orgullo, se bailó, se rezó en árabe y en cristiano. Era una semblanza singular y moderna de pura convivencia, una plegaria por lo común, de sábado a sábado y de viernes a viernes, en las orillas del Nilo. Pero en todos estos lugares, los manifestantes fueron aupados por la convicción y airados por los duros años de mala gobernanza y despotismo autoritario. Siempre se albergó en ellos la esperanza con júbilo de ira y de carnaval. Y tuvieron que estar atentos, pacientes a no perder la mecha de la revolución a pesar de las maniobras dilatorias, el nerviosismo y la crispación del régimen. Las calles y plazas se transformaron en un gigantesco taller abierto al mundo, en una plaza sin armas ni soberbia, abierta a las deliberaciones democráticas donde cada cual puede constatar su auténtico rostro, su acción y su comportamiento; gobernantes y gobernados. Era un pulso fuerte. Más fuerte del que había, para saber con entereza el valor de la firmeza.

Se ha levantado el rostro de la desobediencia mirando hacia nosotros y hacia muchos más, la tenacidad con que se debe actuar para recuperar lo que por derecho nos pertenece. Quien se prende fuego en la plaza de Túnez, en Adén o en Rabat no sólo recupera su vida arrebatada por la humillación sino que también rehúsa la vida muerta que padecen muchos pueblos, sin ninguna justificación ni razón. Es una proclama para no olvidar nunca el concepto dignidad. La desobediencia social impone su entereza a pecho descubierto hasta que caiga el régimen. Ese régimen que es una oligarquía terrateniente, de aspiraciones estrechas y poco nacionalismo. La desobediencia levanta la imagen de Ernesto CHE Guevara de nuevo para reclamar Hasta la victoria Siempre, pero verdaderamente quien mató en los ciudadanos el espíritu de entereza, de dignidad y de independencia, quien mató a los símbolos y a las instituciones, es el que mató con la misma bala la historia. Y dejo a toda una cantera de jóvenes huérfanos que, hoy por hoy se rebelan contra la imposición y la oligarquía gobernante.

¿Donde está nuestro pasado? Es el grito exaltado en este renacer, en este sueño. Nuestro pasado fue robado por un grupo acomodado al sistema y alérgico a todo cambio brusco tanto en Egipto como en Yemen. Como decía Camus: “Todo el pensamiento humano refleja su nostalgia, el pasado siempre es mejor que el presente […] pero no es el fin del mundo lo que estamos viviendo, es el fin de un mundo”. Es una lucha abierta contra todos aquellos que no ven a los otros, no ven la desigualdad, el despojo, la mentira, la falsa vanidad, y la poca ejemplaridad que siempre cuando fallan en sus actos y proyectos atribuyen a un fantasma extranjero.

En esta revolución a los medios de comunicación les urge igualmente emprender la suya para que la imagen sea visible y esté a la altura de los acontecimientos tanto en el Cairo como en Gdeim Izik, de manera equitativa. De esta manera venceremos la distancia que ignoró al Norte de África y de esta manera se olvidó igualmente del Sahara.

CHE camina de nuevo por la calle hasta la plaza de Tahrir, para revivir y lanzar su extraordinario grito de “patria o muerte”, Porque la patria está en peligro y como el peligro acecha preferimos la muerte. Como el joven que prendió la chispa de Sidi Bouseid. Es la primavera del SUR que supera la imaginación de Praga de 1968.

02 febrero 2011

Estos tiempos

Quién gobierna esta soledad muerta

y este tronco podrido

sin gajos ni ramos de olivo

Este encanto encendido y

esta balada ciega de nocturnas golondrinas

Quién gobierna estos tiempos de robo, de desmán

y de despojo.

Esta tempestad y

esta avalancha donde el tiempo

ya no marca ni tampoco se expira

Esta agitación que sacude y

estos nombres diferentes

Estos tiempos de robo, de desmán

y de despojo

Gdeim izik o Sidi Bouseid,

o el pan de la discordia

Esta imagen de muertos, de balazos

y estas antiguas herramientas.

Esta veta de la indiferencia,

estos dígitos y

esta alborada en la pantalla.

Esta voz en la calle y

un general que tirita en su ausencia.

Una llama encendida,

una encarnación nueva y

un fenómeno de ira.

Esta retórica y estos somnolientos.

Esta soledad muerta que tanto se respira.

Un viejo hábito y

un palo a la rueda

Estos tiempos de robo...