27 octubre 2010

Mar adentro



Si por fortuna los lejanos golfos espolean las olas de tu cuerpo que reposaban sobre la arena. La obstinación de los pliegues husmean ensueño de corrientes cálidas marinas, que a flote llevan a solas las maravillas de tu nombre.

El despiadado pillaje de los frutos de tu vientre es lúgubre y aborta el sosiego de la seducción de las raíces del tiempo.

Y el desamparo de la gente simple de tu arcilla temen por la extinción de la foca monje, amenazada con el arpón de la indulgencia y las redes cada vez más vacías.

En la otra orilla un lamento en el vacío que no desentrañaría el misterio de la desolación frenética del hábitat de los Amraguen, que retoman con su humilde caña la mano de la amargura, a que las siete olas de mar adentro no bendecirán el despojo de la locura ni la indiferencia ante el robo de tu suelo y de tus recursos marinos.

Estos tiempos de robo...



20 octubre 2010

Los seres gigantes de la luna


A lo lejos se oyó la voz del espejismo cediendo los pasos al filo de la marcha de la sombra de las dunas de tu pecho, y un vendaval de llanto trajo consigo a una sibila de los confines del norte para apresar el encanto pertinaz de tu encanto.

La desmedida desmesura ignoraba la profecía por no evitar que las malditas conchas no mataran las alas enloquecidas del viento.

El rosario mítico de los años apenas se acordaba del calendario que llevaba a tu nombre y la perfidia de los pretendientes en su ilusión lírica del tiempo.

Y los gigantes de la luna quedaron en la andanza al no poder adaptarse a la hibridez de los genes que heredaste de pueblos libios, de oriundos de Adén y de guanches, que todos fueron ahogados sus pulmones por la tosferina para dormir eternamente encogidos, rememorando en silencio el alfabeto TIFINAGH entre moles azabaches de sal en el ombligo de la arena.